sábado, 5 de julio de 2008

EL GENOCIDIO CENSURADO

(Antonio Socci) Ed. Cristiandad.
Por Juan Manuel de Prada, ABC (28-Enero-2008)

El aborto es una vuelta al corazón de las tinieblas, es una negación de la conquista humana más esencial e irrenunciable.
Citábamos el otro día de pasada un libro que nos gustaría recomendar encarecidamente. Se titula El genocidio censurado, y lo acaba de publicar Ediciones Cristiandad; su autor, Antonio Socci, es un polemista brioso, capaz de resucitar en el lector ese fondo de humanidad sepultada sobre el que se ha erigido el crimen más multitudinario y silenciado de nuestro tiempo. Nos estamos refiriendo, claro está, al aborto, de tan triste actualidad en nuestro país, convertido -como escribió en alguna ocasión Ruiz Quintano con su característico sarcasmo- en «reserva abortista de Occidente». El mayor genocidio del siglo XX -nos recuerda Socci- no ha sido perpetrado en ninguna guerra, tampoco en los gulags ni en los campos de exterminio que florecieron al socaire de los regímenes totalitarios; el mayor genocidio del siglo XX -y de los que llevamos de siglo XXI- se ha perpetrado en las aseadas democracias occidentales, ante la mirada impávida o indiferente de sociedades que presumen de compasivas y defensoras a ultranza de los derechos humanos. Mil millones de víctimas inocentes es la cifra que propone Socci como saldo de ese genocidio; y probablemente se haya quedado corto. Pero lo más escalofriante de este crimen innumerable no es la cantidad, sino el silencio aquiescente o cómplice con que las sociedades denominadas democráticas lo aceptan. Porque el aborto, esa barbarie industrial por la que algún día seremos juzgados, es también el último tabú del que nadie se atreve a hablar. Resulta inquietante y perturbador que una época como la nuestra, que se jacta de exponerlo todo a la luz, que no tiene empacho en penetrar en las más recónditas intimidades, que no hace ascos a la exhibición gratuita de violencias, que con obscenidad casi pornográfica nos bombardea visualmente con los más variopintos horrores, sin embargo haya decidido encubrir este genocidio, prohibiéndonos mirar a los ojos a esos pequeños que son expeditivamente tachados del libro de la vida.

En algún pasaje de su ensayo, Socci recoge las palabras de Norberto Bobbio, el gran jurista y filósofo turinés, a quien nadie podrá acusar de complacencia con las tesis católicas, sobre el aborto: «Hay tres derechos. El primero, el del concebido, es fundamental. Los demás, el de la mujer y el de la sociedad, son derivados. Además, y para mí esto es el punto central, el derecho de la mujer y el de la
sociedad, que son de ordinario adoptados para justificar el aborto, pueden ser satisfechos sin recurrir al aborto, es decir, evitando la concepción. Una vez ocurrida la concepción, el derecho del concebido solamente puede ser satisfecho dejándolo nacer. (...) Me sorprende que los laicos dejen a los creyentes el privilegio y el honor de afirmar que no se debe matar». Y Pier Paolo Pasolini escribió: «Soy contrario a la legalización del aborto porque la considero una legalización del homicidio. Que la vida humana sea sagrada es obvio: es un principio más fuerte que cualquier principio de la democracia». Glosando a Pasolini, podríamos preguntarnos si una sociedad que no considera sagrada la vida humana puede calificarse de democrática.

¿Se puede seguir esgrimiendo seriamente que una vida gestante es un «amasijo de células», como le dijeron en el abortorio a la joven María de la Cuesta, cuyo testimonio recogía ayer ABC en un hermosísimo reportaje de Domingo Pérez? ¿Se puede decir sin rebozo que esa vida gestante vale lo mismo que un pelo o un diente o una uña? ¿Es una mera cosa de la que podemos disponer a nuestro antojo o es uno de nosotros? Esta es la pregunta que nuestra época no se atreve a responder, porque ha dejado de ser humana. Hubo un tiempo, allá en el corazón de las tinieblas, en que los niños eran entregados a Moloch en sacrificio; pero, de repente, ocurrió algo, un cambio absolutamente revolucionario que Socci resume así: «Por primera vez en la historia se difundió el sentimiento y la certeza de que todo ser humano es sagrado e intocable, que ningún poder puede disponer de su vida o de su dignidad. Este es el fundamento ético de la libertad y de la democracia tal como la conocemos». Y el aborto es una vuelta al corazón de las tinieblas, es una negación de la conquista humana más esencial e irrenunciable. No dejen de leer este vibrante ensayo de Antonio Socci.

viernes, 4 de julio de 2008

LA LIBERTAD DE SER DISTINTAS

RAFAEL SERRANO

Aunque ha avanzado mucho la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, sigue habiendo entre los dos sexos significativas diferencias en las carreras profesionales y en la escuela. Según el feminismo convencional, donde las mujeres aún no han alcanzado la paridad con los hombres, hay discriminación. Pero otros autores sostienen que muchas de esas divergencias se deben a las opciones de las mujeres mismas. Por tanto, dicen, la igualación sin más es pretender encajarlas en una horma masculina.

jueves, 3 de julio de 2008

EDUCAR LA CONCIENCIA

Notas de Conferencias de D. Francisco Fernández Carvajal

¿Qué es la conciencia?

- Recomienda la Encíclica Veritatis Splendor de Juan Pablo II, y los puntos 1766 a 1802 del Catecismo de la Iglesia Católica.
- La educación de la conciencia es una tarea para toda la vida. La vida para un cristiano es un camino hacia Dios. Un camino más bien corto. Un cristiano sensato lo que quiere es llegar a Dios, llegar al final.
- A veces se pierde el camino –la sociedad que nos rodea, los malos ejemplos, pueden oscurecer la luz- entonces la conciencia es la “brújula”, que nos guía por la vida.
- La conciencia marca el juicio del entendemiento sobre la bondad o malicia de las acciones. Por una parte interviene la inteligencia, que es la que emite el juicio y por otra la voluntad, que se adhiere o rechaza el juicio.
- Cuando sistematicamente se rechaza el juicio moral la conciencia se oscurece, queda adormecida, pero nunca del todo ciega, pues hasta el peor de los hombres percibe lo que está bién y lo que no.
- La conciencia no queda nunca del todo muda, siempre obliga, porque es la voz de Dios en el corazón. Decía San Buenaventura que la conciencia es “el pregonero de Dios”. Lo que nos dice la conciencia es un mandato de Dios.
- Dios no sólo habla al corazón de cada persona, también habla por el Magisterio de la Iglesia, pues de lo contrario, con cierta facilidad, caeríamos en el subjetivismo. A veces también es necesario pedir luz, el consejo de personas autorizadas que nos hagan ver más claro el camino.
- A veces el camino a seguir no es el más brillante desde el punto de vista humano, puede incluso ser duro, dificil de recorrer, sobre todo sin el sentido que da la “filiación divina”. Somos hijos de Dios, y Él nos ayuda, porque el que sabe bien cómo es el hombre y qué nos conviene es Él.
- El camino bueno es el camino feliz. Chesterton dijo que se había convertido al cristianismo porque quería ser feliz.
- La conciencia es lo más delicado del hombre, el “sagrario íntimo” donde se encuentra con Dios. Por ello la formación de la conciencia es crucial en la educación de los hijos.

Presupuestos de la formación de la conciencia

1. La Rectitud de intención, querer ir a Dios y organizar la vida con arreglo a ésto. Sin este concepto primario no hay formación de la conciencia.

Dios es el fin último, y todo lo demás son instrumentos para alcanzar este fin. Por eso hay que rectificar constantemente (hacer recto lo que estaba torcido). Para llegar a Dios hay que cumplir su voluntad. La santidad es la alegría de cumplir la voluntad de Dios en todo momento, incluso en las dificultades, en las que no nos faltará la Gracia de Dios.
2. La humildad, que es aceptar que a veces hacemos las cosas mal, y “no pasa nada”. La humildad de llamar a cada cosa por su nombre. La humildad de ser sinceros para dejarse ayudar. La humildad de saber retroceder y rectificar. La humildad de buscar la verdad, ser “exploradores de la verdad”. Para Sócrates conocer la verdad era ser bueno.
3. Formar muy bien la inteligencia. La lectura es un medio muy importante de formación, pues la conciencia debe estar alumbrada por principios básicos para poder formar un juicio. Hay que fomentar la lectura, que forma la inteligencia. Hay que sacar tiempo para “saborear” la lectura, que lleva a pensar evitando el empobrecimiento interior, forjando criterios claros. El error y la ignorancia son los grandes enemigos de Dios porque deforman su Imagen.

Educar la conciencia de los hijos
La vida cristiana es un camino hacia Dios y la conciencia es la brújula que señala el rumbo. La educación de la conciencia se realiza en la familia.
El cañamazo donde se apoya la educación de la conciencia es la filiación divina. Que los niños sepan que Dios es un Padre Bueno, es compatible con el “temor de Dios”, que es un temor de respeto, no de miedo. No identificar a Dios con la imagen del “ojo crítico”.
No se puede educar la conciencia en el miedo, sino en la “filiación divina”. Las acciones buenas son alegrías que se le dan a Dios, que es un Padre Bueno.
Diferenciar el pecado de las cosas mal hechas. Lo que está mal ( ser desordenado, ser pesado, no rezar,...) no siempre coincide con el pecado.
El pecado no es algo externo, algo que dependa de las estructuras sociales, de los demás, de la educación, es algo personal, interno.

Hablarles a los niños del pecado no los “trauma”, es precisamente lo contrario, es el pecado mal digerido, “el pecado sin perdón” el que atasca la psicología.
El pecado que primero se manifiesta en los niños es el egoísmo (la soberbia es lo que tiene las raíces más profundas en el alma humana). Enseñar a compartir y a darse, y de ninguna manera sobrealimentar el egoísmo de los niños. El egoísmo es la fuente de muchos pecados: faltas contra la caridad, rabietas, ataques, lloros cuando algo sale mal.
Los mandamientos, los preceptos no son algo negativo, algo que coharte la libertad. Los mandamientos son el “manual de instrucciones” del “Fabricante”: las recomendaciones que Dios da para el buen funcionamiento de su “invento” que somos nosotros. Los mandamientos no son “un capricho de Dios”. Dios es el que sabe cómo funciona el hombre, el que mejor le conoce, porque lo ha creado. Las restricciones no recortan la libertad necesariamente, sino que muchas veces la preservan (por ejemplo, la limitación de velocidad en carretera nos permite llegar sin contratiempos al destino)
Las razones que se dan a los niños han de ser siempre positivas. ¿Por qué ir a Misa? Porque el Señor nos espera allí. ¿Por qué rezar? Para tratar de amistad con el Señor.
Educación de la pureza. Enseñar el sentido de la sexualidad corresponde a los padres, y no se trata sólo de dar información técnica. La sexualidad es algo bueno que Dios ha puesto en el hombre, y por tanto es algo “sagrado”. El pecado contra la pureza consiste en convertir algo sagrado en un instrumento de placer, frivolizar con algo profundo, que no es un juego, que hay que mirarlo con respeto. La sexualidad así trivializada no une, porque la sexualidad sólo une cuando está en su lugar.
A las niñas hay que prevenirlas contra los “chantajes” de los chicos: “si no me dejas, te dejo”. La pureza es respeto a la otra persona, si no te respeta no te quiere como persona. Las niñas no comprenden a veces que en la mentalidad de los chicos ellos aprecian más a las niñas que mantienen los límites.
Enseñar a las niñas la diferencia entre ir atractivas e ir provocativas. En el fondo ellas lo saben porque aprecian cómo las miran. Con tal de llamar la atención no vale todo. No ser mirada a cualquier precio. Es muy importante que se las vea algo detrás de la fachada, cultivar los valores humanos. Enseñarlas desde pequeñas el sentido del pudor, el recato, la modestia.
La vida espiritual. La vida en general y la vida interior en particular está hecha de derrotas y de victorias, y “no pasa nada”. No hay que desfondarse pues nadie de una atacada llega al Cielo. Hay que preparar para el dolor, el sacrificio. La vida no es de color de rosa, puede ser feliz, pero no rosa.
Ejemplaridad. Los hijos no quieren padres perfectos, pero si padres que luchan. No puede haber una doble moral, reconocer los fallos y demostrar la buena voluntad de mejorar.

El relativismo moral en la sociedad actual
Relativismo moral quiere decir que no hay absolutos morales, hay opiniones. Esto socaba las bases de la sociedad.
A- LA VIDA MORAL ES UN SEGUIMIENTO DE CRISTO
En la Veritatis Splendor, Juan Pablo II plantea la vida moral no como un reglamento o una casuística, sino como un seguimiento de Cristo.

* Seguir a Cristo es el fundamento esencial de la moral cristiana. No se trata de escuchar una enseñanza o cumplir los mandamientos, sino de algo más radical, adherirse a la Persona de Jesús a través de acciones morales.
Los actos humanos buenos, no sólo son buenos para la persona que los recibe, sino que son además buenos para la persona que los realiza, porque la transforma en alguien mejor, e incluso la hacen sentirse bien consigo misma (ceder el paso, indicar una dirección a alguien que está perdido...)
Los actos buenos nos hacen mejores porque nos identifican con Cristo. Y al revés, al hacer algo malo cambiamos para mal.
Un cristiano no es más que un reflejo de Cristo (sonreir, hacer la vida amable,...). S. Agustín decía que los cristianos no somos la luz, sino que reflejamos la luz. En la Lumen Gentium del Concilio Vaticano II se dice que Dios se transparenta en el mundo a través de los cristianos.

* Juan Pablo II tiene en cuenta en sus escritos todo lo que el conocimiento y la ciencia recoge sobre cómo es el hombre (la herencia genética, la educación, la sociedad que le rodea, la edad,...) . Son circunstancias que hacen muy personal todo lo que hacemos. Cada acto moral es un acto personal (Personalismo)
Pero frente a estas circunstancias personales, que pueden ser cambiantes hay cosas que no cambian : absolutos morales. Entregar la vida por otra persona es un acto bueno en sí mismo. Las acciones terroristas son actos malos en sí mismo. Y son actos buenos y malos en sí mismos porque están de acuerdo o no con lo humano, con la moral natural.

* La acción buena es independiente de la utilidad. La bondad no se puede confundir con la utilidad.

Dentro del Relativismo Moral se encuentra una corriente denominada Consecuencialismo, que opina que para ver la bondad moral de un acto hay que ver las consecuencias del mismo. No se pueden justificar conductas como por ejemplo el divorcio y sucesivos matrimonios, aunque éstos pudieran hacer que la convivencia mejorara para una persona. Así mismo hay actos intrínsecamente malos, aunque no se derive de ellos ningún mal importante, como por ejemplo robar una cosa pequeña en unos grandes almacenes.
La bondad de un acto no depende de sus consecuencias, sino de la verdad, a pesar de que la verdad puede ser muy dura y dificil de vivir.
La bondad de un acto viene determinada por el objeto moral de ese acto, es decir por la verdad que subyace detrás del acto. La moral está ligada a la verdad, no a la utilidad o a la conveniencia. Así en el caso del matrimonio civil el objeto moral es la convivencia ilícita, las circunstancias que lo rodeen, la conveniencia pueden ser importantes pero no lo hacen bueno si el objeto moral no lo es.
La Iglesia puede parecer dura en ocasiones, pero no puede renunciar a la verdad. Se ha de ser intransigente con el mal, pero comprensivo con la persona. La persona es intocable, pero el error es error.
También entendemos que hay verdades relativas (un relativismo bueno), como por ejemplo, la ropa que se lleva hoy en día y la de principios de siglo. Hay que distinguir estas verdades relativas, de verdades que son absolutos morales, conocidos por la razón o iluminados por el Magisterio de la Iglesia.

B- LA OPINIÓN Y LA MORAL
El “opinar” socava los fundamentos de la moral, porque las opiniones están hechas a nuestra medida (pereza, vanidad, utilidad,...). La opinión es muchas veces lo que a mí, por mis circunstancias, en este momento me conviene más.
La moral de situación son distintos sistemas morales que tratan de justificar lo que nos conviene. Hoy se da una amoralidad reconocida de la sociedad. Auténticos valores morales valederos en sí y por sí mismos, son rebatidos por las encuestas, el consenso, los medios de comunicación. El consenso es útil para moverse en sociedad, pero no crea la verdad. Hoy se dice que la moral no se puede mezclar con los negocios, con la política, con el matrimonio,...
Actualmente se intenta manipular la opinión frente a los principios morales tradicionales (incitar a la homosexualidad, a la pérdida de la virginidad,...). Esto puede afectar mucho a las conciencias, sobre todo en adolescentes y personas más sensibles a influjos externos. Se presenta a la Iglesia como un factor retardatorio de la modernidad, defensora de una moral pasada de moda. Los mandamientos se ven como algo represivo, como un conjunto de prohibiciones que cohartan la libertad del hombre.
Frente a esto hay que presentar la moral como un bien para la sociedad, un factor de convivencia imprescindible. No cabría pensar en una sociedad donde lo que imperase fuera la mentira, el asesinato, el robo, la infidelidad,...
Nadie pone en duda que el hombre ha progresado mucho, pero no por ello somos más felices. Hay que reconocer valores en alza en esta sociedad, como la solidaridad, pero sin olvidar factores muy preocupantes, el ataque sistemático a la familia, los ejemplos nefastos de cambio de pareja, desligar la sexualidad de la procreación,...El progreso económico no tiene por qué ser progreso humano, fenómenos como la publicidad, la moda despersonalizan, los medios de comunicación manipulan,...
Hay que salir de la anestesia general. Habrá que hablar sin complejos y gozarse en la belleza del bien. Apoyarse en verdades de fondo, el hombre como imagen de Dios, Filiación divina, la vida como camino hacia Dios. La lectura es un tema muy importante. Ser capaces de defender lo que creemos.

PASEAR MADRID: COMENDADORAS DE SANTIAGO

ISABEL PIQUERAS

La crisis del s.XVII afecta también a las órdenes militares. La importancia de la de Santiago hace que el Consejo de Órdenes sugiera a Felipe IV la fundación en estos terrenos de un convento. A la muerte del rey, su segunda mujer y madre de Carlos II, Mariana de Austria,otorga los bienes necesarios para su construcción.

Los hermanos Manuel y José del Olmo llevarán a cabo esta obra entre 1767-1779. José del Olmo era Maestro Mayor de palacio y había realizado ya varios encargos importantes. A él debemos la reconstrucción de la iglesia. Mientras que en el nuevo convento intervino Sabatini, reformando los viejos caserones alrededor de la iglesia. En el exterior se perciben las influencias de la arquitectura religiosa madrileña (pórtico de tres arcos), de la iglesia Gesu de Roma (alerones, esculturas arriba y no en el pórtico) y de la arquitectura civil.

La planta es una de las más novedosas del s.XVII madrileño: cruz griega con cuatro brazos iguales de forma absidal. El espacio centralizado se cubre con una gran cúpula sobre pechinas que proporciona gran luminosidad (gracias a los 8 ventanales de su tambor y a las 8 aberturas de su linterna). Está dotada de una ordenada decoración en yeso, que no se confunde con el muro: pilastras cajeadas de capiteles corintios, pechinas con hojarascas enmarcando los motivos de la orden, modillones, línea de cornisa que recorre horizontalmente el templo con las banderas de las batallas desplegadas, anillo de la cupula, rico repertorio de flores, hojas y fruta que se despliega a lo largo de la media naranja y linterna.

Hay pocas capillas, situadas a ambos lados del ingreso: Crucificado y Dolorosa, Cristo atado a la columna (todas del s.XVIII). En el crucero hay un Santiago peregrino de rara iconografía (Manuel Virués, 1800). El altar mayor se sitúa lateralmente, con el gran lienzo de “Santiago Matamoros” de Lucas Jordán (1695)

La sacristía de Moradillo es posterior (1745-48). La construyó Francisco Moradillo antes de pasar a dirigir las obras de las Salesas Reales. Aquí se preparaban los caballeros para el complejo ceremonial de la orden de Santiago antes de pasar a la iglesia. La base es un cuadrado terminado en dos ábsides y los muros están organizados por arcos de medio punto. Aquí el Barroco se depura, se tiende al clasicismo.


SANTA MARÍA LA REAL DE MONTSERRAT

A los monjes benedictinos castellanos, expulsados de Montserrat tras el levantamiento catalán contra Felipe IV, se les proporcionaron terrenos en la calle San Bernardo. En 1668, el arquitecto de palacio, Sebastián Herrera Barnuevo, realizó un proyecto que quedó inacabado: fachada y esbozo de la nave central y capillas laterales. De 1716 a 1740 Pedro de Ribera interviene en las obras dándoles el estilo que le caracteriza.

Al exterior contrasta el ritmo clásico de Barnuevo (tres grandes cuerpos sólidos con entrecuerpos estrechos y la influencia de la iglesia Gesu ) y la torre con capiteles de formas bulbosas de Ribera , cuya base queda unida a la fachada por un alerón, además de las molduras de puertas y ventanas.

La nave central se articula en poderosa pilastras de capitel compuesto, arcos de medio punto y majestuosos balcones tribuna cerrados por rejas. Ribera abrió las capillas laterales transformándolas en naves a las que cubrió con bóvedas. También diseñó la preciosa tribuna a los piés o cantoría para niños.

Esta iglesia sufrió muchas vicisitudes, como que la desamortización de Mendizabal de 1836 suprimiera este convento y lo convirtiera en cárcel de mujeres. Durante el s. XIX fué conocida con el apelativo de la “Galera”. Nunca pudo ser concluída, quedando como ruinas los cuatro machones del crucero y el nacimiento de los pilares del presbiterio y sus capillas laterales. El interior denota modernidad:
§ Nartex sotacoro amplio
§ San José con el Niño
§ San Antonio de Padua
§ Capilla de santa Teresa de Jesús
§ Capilla del Santísimo Sacramento (Sagrario de plata inspirado en la torre de Ribera)
§ Altar Mayor, con la talla de Nuestra Señora de Montserrat (de Pereira) y esculturas del sXVIII de los fundadores de la orden benedictina.
§ Capilla de Santo Domingo de Silos
§ Santo Cristo de Burgos

miércoles, 2 de julio de 2008

LA RED Y EL HÁBITO DEL BUEN LEER

NICHOLAS CARR
The Atlantic Monthly 1 Julio 2008

“Antes era un buceador en el mar de las palabras. Ahora sobrevuelo la superficie como en un Jet Ski”. Quien escribe es Nicholas Carr, ex director de la Harvard Bussiness Review, en The Atlantic Monthly, una de las revistas más leídas por la élite progresista nortamericana. Provocativamente titulado "¿Está Google volviéndonos tontos?" sus reflexiones han dado mucho que hablar.
“Tengo la sensación –dice Carr– de que Internet está entumeciendo mi capacidad de concentración y de observación. Mi mente se está acostumbrando a recoger información tal y como la distribuye la red: un flujo de minúsculas partículas que se mueven a gran velocidad”. El temor de Carr no se refiere a los contenidos de la web. Va más allá. Su preocupación reside en que la web puede estar dañando nuestros mecanismos mentales. Le inquieta el modo de leer propio del internauta, la manera y los criterios de seleccionar, de memorizar. Y más aún, el efecto demoledor que podría tener sobre la capacidad de concentración.
“Antes yo no pensaba cómo pensaba, pero sentía que mi conocimiento se fortalecía al leer. Sumergirme en un libro o en un artículo de fondo resultaba fácil. Mi mente podía seguir la narración o los giros del argumento, y podía gastar horas recorriendo los vericuetos de la prosa”. Así recuerda Carr los felices tiempos anteriores a la glaciación Internet. “Aquello me resulta cada vez más extraño. Ahora mi concentración comienza a dispersarse después de dos o tres páginas. Me pongo inquieto, pierdo el hilo, comienzo a buscar cosas que hacer”. La lectura pierde parte de su sereno encanto: “Siento que mi cerebro va a la deriva, que tengo que arrastrarlo para que vuelva al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en una lucha”.
El autor no pretende encender alarmas gratuitas e incendiarias, sino alertar sobre una dolencia que reclama soluciones. Sostiene que se trata de algo generalizado y de hecho se apoya en entrevistas a otros intelectuales internautas que comparten su turbación ante el fenómeno. Así, Bruce Friedman, editor de un blog especializado en medicina, dice que también él ha notado cómo Internet está alterando sus hábitos mentales: “Tengo ahora casi totalmente perdida la capacidad de leer y asimilar un artículo largo en la web o en forma impresa”. Carr recoge el relato personal de este patólogo de la Michigan Medical School, que afirmaba también que ahora es capaz de escanear breves pasajes de texto en múltiples fuentes de Internet, pero “ya no puedo leer Guerra y paz”. “He perdido la capacidad de hacerlo –admitía Friedman–. Incluso una entrada en el blog de más de tres o cuatro párrafos es demasiado para asimilarlo”.
Base científica: Carr reconoce que no hay una base científica sólida en la que apoyar sus afirmaciones, que solo pretende describir sus sensaciones y expresar sus miedos. No obstante, alude a algunos estudios, como el realizado por académicos de la University College London. Como parte de un programa de cinco años de investigación, los investigadores examinaron el comportamiento de los visitantes a dos populares sitios de investigación: la British Library y otra biblioteca virtual auspiciada por el Ministerio de Educación británico. Ambos ofrecen acceso on line a artículos de revistas, libros electrónicos, etc. Según explica el autor, “descubrieron que las personas que utilizan los sitios exhiben una forma de actividad superficial, saltando de una fuente a otra, y que rara vez regresan a una fuente ya visitada”. Los usuarios no solían leer más de una o dos páginas de un artículo o un libro antes de “rebotar” a otro sitio.
Nicholas Carr cita también las opiniones de Maryanne Wolf, psicóloga de la Tufts University de Boston. A Wolf le preocupa que el estilo de lectura promovido por la red pone la eficiencia y la inmediatez por encima de todo. “Esto puede debilitar nuestra capacidad para el tipo de lectura profunda que surgió con la tecnología anterior, la imprenta”. Para Wolf, lo que está en peligro es nuestra capacidad de abstracción, nuestra capacidad para interpretar el texto, para ejercitar las valiosas conexiones mentales que trabajan cuando leemos profundamente y sin distracción.
Adaptación tecnológica: Pero no todo son valoraciones pesimistas en el artículo del Atlantic. De hecho, anima a los lectores a ser “escépticos de su escepticismo”. Carr fundamenta en la opinión de otros expertos que la enorme plasticidad del cerebro puede llevar a que este se conforme de manera adecuada a las características de un nuevo modo de leer que conlleva el uso de las nuevas tecnologías. En esta línea, se refiere a cómo algunos medios escritos se contagian de la lógica de lectura on line y fundamentan sus estrategias en estos nuevos modos de leer: “En marzo de este año, The New York Times decidió dedicar la segunda y tercera páginas de cada edición a unos breves resúmenes de sus artículos de interior. El ejecutor de este rediseño, Tom Bodkin, explicó que esos ‘atajos’ darían a los lectores una rápida ‘degustación’ de las noticias del día, ahorrándoles el ‘menos eficiente’ método de hojear las páginas”.
La opinión expresada por Carr en el Atlantic ha recibido importantes apoyos en el mundo intelectual. Por ejemplo el pullitzer Leonard Pitts escribía recientemente en el Miami Herald que “al leer el artículo he descubierto que no soy solo yo quien está perdiendo el hábito de la lectura. A menudo logro solo digerir textos en pequeños bloques. Comienzo un texto de más páginas y enseguida me asalta un deseo irrefrenable de echar un vistazo a mi correo electrónico. Es todo así de disperso”. Pitts contaba un expresivo testimonio al respecto: “Hace unos días me pidieron que reseñara un libro. Tenía poquísimo tiempo para leerlo. Ha sido una fatiga tremenda, pero me impuse permanecer durante horas sentado en una silla incomodísima. Lo he conseguido, pero a final tenía una sensación de vacío, de culpa pro haberme alejado por tanto tiempo de mundo”.