domingo, 23 de marzo de 2008

BIBLIOTECA DE FAMILIA

La lectura estimula la inteligencia, ayuda a entender la realidad y forma la conciencia, por lo que es una herramienta educativa de primer orden.
Una “Biblioteca Básica” para la familia, sería la que reuniese libros de Literatura, Historia, Filosofía, Antropología,… de aconsejable lectura para todo el que se interese por la naturaleza humana.

LITERATURA

La virtud no se aprende como un conocimiento o una destreza técnica, se admira en el hombre virtuoso.
La buena Literatura, que nos cuenta trayectorias humanas, inicia en la comprensión de lo que es bueno o malo para el hombre.

1.CLÁSICOS ANTIGUOS

Homero: La Ilíada. Amor y guerra en la Grecia antigua.
La odisea. Aventuras de dioses y héroes.

Sófocles: Antígona. Una mujer ante la sinrazón del poder.

Molière: El avaro. Un retrato ridículo de las pasiones humanas.

Shakespeare: Hamlet. El príncipe que duda de su venganza.
El mercader de Venecia. Una mujer en el foro.

Cervantes: Novelas ejemplares. Novelas cortas, realistas.
Don Quijote de la Mancha. Idealismo y realismo.

Calderón: La vida es sueño. Apariencia y realidad.
El gran teatro del mundo. La vida como representación.

2. NOVELISTAS ESPAÑOLES DEL XIX

Benito Pérez Galdós: Marianela. Una chica fea.
Misericordia. Los desharrapados de la ciudad.
La de Bringas. Una familia vive en los altos del Palacio Real.

Pedro A. De Alarcón: El capitán Veneno. El amor hace milagros.
El clavo . Un misterioso asesinato.

Emilia Pardo Bazán: Los Pazos de Ulloa. La Galicia profunda.

Leopoldo Alas: Cuentos cortos.

Juan Valera: Juanita la larga. Alegre y andaluza.

Fernán Caballero (Cecilia Bölh de Faber): La Gaviota. Una mujer con voz de ángel.

3. NOVELISTAS EXTRANJEROS DEL XIX

Emily Brönte: Cumbres borrascosas. Una casa en la niebla, una familia llena de misterio...

Charlotte Brönte: Jane Eyre. La joven institutriz que se hizo a sí misma.

Tolstoi: Ana Karenina. Una mujer infeliz en la Rusia de los zares.

Dostoiewsky: El jugador. Un joven dominado por el juego.

Henry James: Washington Square. Rica heredera tiene pretendiente.
Los papeles de Aspern. Una extraña búsqueda en venecia.

Edgar Allan Poe: Narraciones extraordinarias. Suspense, terror, emoción...

Jane Austen: La abadía de Northangen. Ese mundo victoriano...

4. NOVELISTAS ESPAÑOLES DEL SIGLO XX

Miguel de Unamuno: La tía Tula. El deseo de maternidad.

Pío Baroja: La Busca. Un adolescente en el Madrid marginal.
Zalacaín el aventurero. Un joven en las guerras carlistas.

José Martínez Ruiz, Azorín: Castilla. Paisaje y gente.

Mª Teresa León: El soldado que nos enseñó a hablar. Biografía novelada de Cervantes.

Wenceslao Fernández Flórez: El bosque animado. Historias de gallegos y meigas

Miguel Delibes: El camino. La vida de un chico en un pueblo castellano.
La hoja roja. Un jubilado y una chica de pueblo.
Cinco horas con Mario. Monólogo de una mujer que no entiende nada.

Carmen Martín Gaite: El cuarto de atrás. Recuerdos y vivencias.
Caperucita en Manhattan. Los cuentos son verdad.

Rafael Sánchez Ferlosio: El Jarama. Una pandilla de jóvenes va a pasar el día al río Jarama.

Mercé Rodoreda: La plaza del Diamante. La humilde historia de una joven barcelonesa.

Rosa Chacel: Barrio de maravillas. Recuerdos de un Madrid pasado.

Gregorio Marañón: El Conde-duque de Olivares, o la pasión de mandar. Una biografía hecha por un médico humanista.

Camilo José Cela: Viaje a la Alcarria. El viajero con mochila cuenta lo que ve.
La rosa. Memorias de la infancia.

José Jiménez Lozano: El mudejarillo. La vida imaginada de San Juan de la Cruz.
Ronda de noche. Un anciano tragado por la gran ciudad.

Eduardo Mendoza: La verdad sobre el caso Savolta. Un asesinato en medio de las revueltas obreras en Barcelona.
Sin noticias de Gurb. Un extraterrestre en Barcelona.

Luis Landero: Juegos de la edad tardía. Desenfadada historia de un hombre que huye de sí mismo.

Julio Llamazares: La lluvia amarilla. El último habitante de un pueblodel Pirineo.

Arturo Pérez Reverte: El maestro de esgrima. Esgrima, asesinatos y política...

5. NOVELISTAS EXTRANJEROS DEL SIGLO XX

Stephan Zweig: La piedad peligrosa. Confundió amor y compasión.

Jack London: Colmillo blanco. Un perro lobo en la estepa americana.

C.K. Chesterton: El candor del Padre Brown. Un cura observador e inteligente ante casos policiacos.

Ernest hemingway: El viejo y el mar. Un pescador ante su batalla definitiva.

Sigrid Undset: Cristina, hija de Lavrans. Familia y amor en la edad media cristiana del norte de Europa.

George Orwell: Rebelión en la granja. Una fábula contra la tiranía soviética.

Thomas Mann: Muerte en Venecia. Un artista en una Venecia decadente y bella.

Joseph Roth: La marcha Radetzky. Jóvenes soldados en una Austria convulsa.

Gilbert Cesbron: Es Mozart quien muere. Una historia llena de sensibilidad.

Isak Dinesen. Lejos de Africa. Una mujer en las plantaciones de café.
(Karen Blixen)
El festín de Babette. La cocina y el camino del corazón.

Lampedusa: El Gatopardo. Una familia noble vive el fin de una época.

Eveiyn Waugh: Retorno a Bridesheart. La alta sociedad inglesa de principios de siglo, en su torre de marfil.

Croin: La ciudadela. Un médico busca la verdad y la felicidad.

Jan Dobraczynsky: Cartas de Nicodemo. Un reportero en los tiempos de Cristo.

Aldous Huxley: Un mundo feliz. Un futuro deshumanizado e igualitario.

Thorton Wilder: Los idus de Marzo. Es César quien va a morir.

Joseph Herriot: Todas las criaturas grandes y pequeñas. Un veterinario que ama la naturaleza.

Marguerithe Yourcenar: Memorias de Adriano. Un emperador humanista y filósofo recuerda su vida.

Kazuo Ishiguro: Lo que queda del día. Un mayordomo en la Inglaterra de la 2ª guerra mundial.

Susana Tamaro: Donde el corazón te lleve. Una madre rememora la historia de su hija rebelde.

6. POETAS ESPAÑOLES DE VARIAS ÉPOCAS.

Gustavo Adolfo Bécquer: Rimas. La poesía, el amor, el desamor, la soledad...

Antonio Machado: Campos de Castilla. Un hombre, un paisaje, un país...

Juan Ramón Jiménez: Platero y yo. Un burrito,y un poeta recorren la Andalucía pobre.

Pablo Neruda: Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Un amor dicho con palabras apasionadas y desenfadadas.

Jorge Guillén: Cántico. La alegría de vivir, la perfección del mundo.

Pedro Salinas: La voz a ti debida. El amor como alegría y descubrimiento del mundo.

Federico García Lorca: Romancero gitano. Un mundo misterioso y doloroso.

Miguel Hernández: El rayo que no cesa. Una voz apasionada.

Blas de Otero: Ancía. Un grito por el hombre, en un mundo inhumano.

7. TEATRO DE VARIAS ÉPOCAS Y PAÍSES

José Zorrilla: Don Juan Tenorio. El conquistador enamorado.

Ángel Saavedra, Duque de Rivas: Don Álvaro o la fuerza del sino. Un melodrama lleno de emoción.

Antonio Buero Vallejo: Historia de una escalera. La libertad frente al destino.

Alejandro Casona: La dama del alba. La muerte llama a un caserío asturiano...

Oscar Wilde: La importancia de llamarse Ernesto. Una comedia muy victoriana.

Eugène Ionesco: Rinoceronte. Los totalitarismos delsiglo XX.

Antón Chejov: El tío Vania. Una familia rusa entre la bondad y la belleza.

Henrik Ibsen: Casa de muñecas. Una mujer cobra conciencia de su dignidad.

Ramón del Valle Inclán: luces de bohemia. Un pobre poeta recorre Madrid.

8. ALGUNOS NOVELISTAS HISPANOAMERICANOS

Julio Cortázar. La autopista del sur (cuento). Una historia delirante.

Gabriel García Marquez: El coronel no tiene quien le escriba. Vejez, pobreza, dignidad.

Arturo Uslar Pietri: La visita en le tiempo. Don Juan de Austria visita al Emperador Carlos en Yuste.

Manuel Mújica Laínez: El gran teatro. El “todo” Buenos Aires se reúne en el teatro Colón.

Mario Vargas Llosa: El hablador. Un pueblo primitivo se reúne a escuchar sus leyendas.

9. PARA REIR UN POCO

Pedro Muñoz Seca: La venganza de don Mendo. Undramón romántico.

Carlos Arniches: La señorita de Trévelez. Reir y llorar al tiempo.

Miguel Mihura: Tres sombreros de copa. Un humor bastante absurdo.

C.S. Lewis: Cartas del diablo a su sobrino. Lo bueno es malo y lo malo es bueno...

DONDE ESTÁ LA LIBERTAD ALLÍ ESTÁN LOS LIBROS

ALEJANDRO LLANO

Decía Pascal que todos los conflictos que acontecen en el mundo provienen de que los hombres no saben permanecer tranquilos en su aposento. Pero ¿qué podía hacer una persona en su habitación, allá por el siglo XVII, cuando Pascal escribía sus pensamientos? Porque no disponían de televisión, ni de ordenador, ni de teléfono móvil. Sólo les cabía leer. La lectura tiene un efecto benéfico inmediato. Mientras se lee, no se incordia al prójimo. Pero hay mucho más. Porque, según Marcel Proust, la lectura es la amistad pura y tranquila.

Que es una actividad tranquila no se debe únicamente a que, mientras se lee en silencio, no se molesta a nadie. Además de no intranquilizar, leer nos aquieta, nos serena. Adoptamos una actitud contemplativa, en la que sólo nos interesa conocer lo que el autor dice, la teoría que expone, la historia que relata, la emoción que expresa. Si alguien llega agitado de su trabajo, una de las mejores maneras de calmar el ánimo es tomar un libro entre las manos y dejar que la vista recorra las líneas impresas. Poco a poco el texto reclama nuestra atención, y ya no pensamos en nuestras cuitas, sino que nos incorporamos a la corriente narrativa, que es como un río que nos lleva. Y vivimos las vidas de los protagonistas del relato, dirigimos los ojos a la realidad con el autor del ensayo o vibramos con las intuiciones del poema. Como dice Pedro Salinas, leer es vivirse reviviendo.

Esta forma de “dejar ser” a algo que nos supera y nos envuelve implica una postura benevolente, una salida de la subjetividad, para identificarnos con las cosas mismas, con los personajes que adquieren vida en el libro que leemos. Ha cesado toda motivación egocéntrica. Cuando de niños, devorábamos un relato de aventuras, nos metíamos en la piel del héroe, y corríamos con él toda suerte de peligros. Después nos aficionamos a las novelas policíacas y la indagación de quién había sido el autor del crimen nos mantenía en vilo hasta que llegábamos a la desvelación del enigma. Si leíamos un libro de viajes por paisajes remotos, era aquello mismo -el polo Sur o las selvas amazónicas- lo que nos atraía. La lectura es desinteresada y purificadora. “La atmósfera de esta amistad pura —escribe Proust- es el silencio, más puro que la palabra. Además, el silencio no lleva, como la palabra, la marca de nuestros defectos, de nuestros fingimientos. El silencio es puro. Entre el pensamiento del autor y el nuestro no interpone esos elementos irreductibles, refractarios al pensamiento, de nuestros diferentes egoísmos. El lenguaje mismo del libro es puro, transparente, merced al pensamiento del autor que lo ha aligerado de todo lo accesorio hasta conseguir una imagen fiel. Es la más noble y ennoblecedora de las distracciones, ya que únicamente la lectura y la sabiduría proporcionan los buenos modales de la inteligencia”.

Todos los mundos posibles se dan cita ante el lector. Quienes adquirieron en la infancia un amor a los libros que les acompañará hasta la ancianidad, son personas que viven muchas vidas. Expanden y enriquecen la suya al entreverarla con la de otros. Su inteligencia crece, su imaginación se agranda. Se pasean por los vericuetos de la historia, por los laberintos de la ciencia, por las maravillas de la fantasía. Tienen una mente educada que les torna capaces de plantearse alternativas inéditas y recorrer sendas inexploradas.

Gracias a esos objetos materialmente mínimos que son los libros, el lector elige sus Interlocutores entre las cabezas más lúcidas y sensibles de la humanidad. En algo tan pequeño, cuántas ideas encontrará, cuántas vivencias podrá incorporar, qué placeres más limpios y fuertes le están reservados.

Los mejores libros son aquellos cuya lectura nos capacita para entenderlos. Al pasar atentamente, amorosamente, por las páginas de un buen libro, es el libro el que pasa por nosotros. Y allí, en el hondón del alma, deja su huella. Es un légamo fecundo, que acrece y potencia la propia vida.

La lectura y la vida no se oponen entre sí. Escucharhos a veces la llamada de atención del hombre pragmático: ¡Ya está bien de leer, es hora de vivir! Como si el ejercicio de las más altas facultades de la mente no fuera la forma más alta de vida. La verdad es que el pensamiento y la imaginación nos revelan un horizonte de fulgores insospechados y sorprendentes. Mientras que la pura vitalidad es mera agitación, sometida al principio de inercia.

Una educación que prescinda de los libros, y todo lo fie a las nuevas tecnologías y al activismo, es una mala educación. Frente al riesgo de una instrucción posliteraria, al observar que la afición a la lectura desciende alarmantemente entre los jóvenes, es preciso difundir con toda el alma el amor a los libros. Porque los libros son el cauce ordinario y común de la vida del espíritu.

Donde está la libertad, allí están los libros, No olvidemos que todas las formas de totalitarismo han tratado de suprimir la afición a la lectura, o la han reducido a una sola posibilidad, como sucedió con la imposición en China del libro rojo de Mao. Mientras nos quede la palabra, habrá al menos un rescoldo de libertad. El mejor antídoto contra la violencia es la pasión por la lectura.